Moribundas en el corazón,
a un costado del respiro,
brillan fugaces las industrias,
vociferan la tarde como si fuera propia
y nada ocurriera adentro
más que historias pasadas
que muerden furiosas su espiral de ira;
recordándose a sí mismas
las turbias alas que las limitaron
a cuartos sin luz, a horas sin respiros,
a vendavales donde la ilusión
acorraló sus desperdicios.
Así su luz suplica en las ventanas,
voraz de túnicas como el lecho del enfermo
en días incendiados;
harto de gritos, harto de arrepentimientos,
voraz y quemante levadura del ser
que dejamos en el abandono de lo no oído.
Brillan así. Huyen a sus brazos
como discusiones nimias,
anuncian el encanto del final;
trizan la sed del cielo,
creen que somos o dejamos de existir.
a un costado del respiro,
brillan fugaces las industrias,
vociferan la tarde como si fuera propia
y nada ocurriera adentro
más que historias pasadas
que muerden furiosas su espiral de ira;
recordándose a sí mismas
las turbias alas que las limitaron
a cuartos sin luz, a horas sin respiros,
a vendavales donde la ilusión
acorraló sus desperdicios.
Así su luz suplica en las ventanas,
voraz de túnicas como el lecho del enfermo
en días incendiados;
harto de gritos, harto de arrepentimientos,
voraz y quemante levadura del ser
que dejamos en el abandono de lo no oído.
Brillan así. Huyen a sus brazos
como discusiones nimias,
anuncian el encanto del final;
trizan la sed del cielo,
creen que somos o dejamos de existir.
1 comentario:
Y sin embargo, existimos.
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