6 de octubre de 2008

Ojos mediterráneos, un poema de Agustín Benelli










Acurrucado y tibio mi cuerpo reconocía
El hondo cansancio de la tarde.

De costado en una superficie
De vagos recuerdos
Una sombra trataba de apartarme
De la dulce oscuridad de tu pelo rojizo
De tus ojos mediterráneos.

Con inesperada astucia
Soplé una palabra de olvido
Entonces el silencio navegó entre paredes
Circunvalando la pausa que dicta el ritual de todos los días
Así el placer de un sueño sin memoria flotó dentro de mí
Dentro de ti.

Inesperadamente en aquella tarde un sonido se deslizó
Y tomó mi brazo
Tenía la textura del mes de abril
Caía lentamente
Reconocí que venía de ti
Porque tiene la justa medida de tus labios.

Algo sorprendido puse mis ojos
A hurgar en el nuevo movimiento de tu voz
Fue en ese instante que un brillo antiguo de tu mirar
Me acarició la nariz.

Tendido boca abajo junto a mí yacía
El ayer.

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