ABRÍ PUERTAS
Abrí puertas
y desencuentros;
un vacío de sollozos
sin ecos.
El árbol oscuro
se ha deshecho
de horas valiosas,
de frutos negros.
He palpado osadía
y espejos;
garganta violenta,
cósmico vuelo.
¡Cuerpo y Alma,
empecemos!
NI LA LLAMARADA...
Ni la llamarada para el solitario
de la boca herida.
Le duele la sombra y su llanto
son pisadas que no alcanzan horizontes.
Déjalo dormir, arrópalo primero.
No vaya a ser que con el agua
la noche lo cubra de lodo.
Óyelo hablar; óyelo mucho.
Su voz habitará tus manos
cuando acaricies. Él te abrirá
la puerta cuando el amanecer
te bese con zumbidos.
No llores así:
la pena también tiene esqueleto.
ENCÚBREME EN EL SUEÑO
Encúbreme en el sueño
la caída lenta del olvido
para llegar, antes del alba,
libre de miedos, alegre de sonidos.
Temo decir a oscuras
palabra luminosa que olvidamos
desde niños.
No cedas a la pena
si el árbol es más viejo que el racimo.
Y el mundo, un infierno diminuto
para los dos: manzana y paraíso.
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